Gracias TELL, por favor concedido
Sin duda, cortarse el pelo sin ayuda de nadie, es una odisea digna de los antiguos héroes clásicos. Un lado siempre quedara mejor que el otro, el lado de nuestra mano mas diestra con la tijera, por la parte de atrás nunca sabremos realmente como quedamos, lo que a fin de cuenta es una gracia. Nadie me lo tuvo que decir, para poder comprobar esto, y para hacer de mi cabellera un torquemada sangriento, añadí sazón a la mala combinación de mis manos poco hábiles con la tijera, con tijeras de paupérrimo filo.
Al terminar, entre 10 a 15 minutos me costó dejar de mirarme al espejo, bueno, así descubrí que mi capacidad de autocompasión es grande. Al salir al mundo exterior, las criticas no fueron muy amables, logré notar las mal disimuladas risas, con mucha claridad. Corrí frenéticamente a la casa, busqué un par de billetes, y decidí ir a la peluquería.
Es increíble, como una revista aparece en mi vida y la transforma tan solo por unos segundos en una hemorragia de dicha, felicidad, y entretención. Desde entonces al ver una revista TELL, mi corazón rebosa de alegría, y mi mente se deleita. Ahora mi espera en la consulta medica del Dr. Valdenegro , es terapéutica, ya que siempre encuentro una TELL, mezclada con antiguas “COSAS”, y entremedio de desteñidas “CARAS”; Incluso añejas “VISAS” existen ahí.
El Dr. Valdenegro, es un viejito a la antigua, muy amable y cortes, es mi doctor de cabecera desde que tenia 13 años, y la ultima revista que compró, fue para el matrimonio de la “Boloco”. Pero aun así, me lleno de gracia al ver que entre las apolilladas revistas, esta TELL MAGAZINE.
En fin, con mi horripilante corte de pelo, salí a la calle, y comencé la búsqueda por una peluquería que me arreglara. Es increíble lo maravilloso, que el verano hace en las calles de Viña, mi pecho al momento que pasaba una hermosa mujer, sentía como se enamoraba y se desenamoraba cada 15 minutos, claro está, que con mi corte de pelo, parecía un loco de amor, que solo alejaba a las chicas de la vereda en que caminaba.
Entré por fin, a una peluquería que me agrado, los sillones eran cómodos, se veía limpio, higiénico, serio y profesional. Veía los precios en el papelógrafo, con quisquilloso sentido de la economía. Estuve a punto de hacerme una manicura, pero el apoteósico ingreso de un par de mujeres me contuvo, no se si simpáticas o pesadas, pero muy hermosas. Las atienden primero que yo, pero no me importa, ya que susurrando, para evitar que yo escuchara, logro escuchar “!depilación, completa!”. Tan solo escuchando aquello mi día cambio. La depilatologa o “señorita que depila”, la hace pasar por un costado y la pierdo de vista.
Ahora es mi turno, me siento en el sillón, a peluquera me pone la capita, mira mi cabeza por delante y por atrás. Una pequeña carcajada sale de su boca. -¡ya!, ¡hay que emparejar!
Comenzó así a descargar toda su furia en los restos de pelo que aún tenia con sentido en mi cabeza. Mucho no pudo hacer, pero me dijo – ¡ahora va a crecer parejo!!...¿le hago un lavado?. Yo acepte, en ese momento me hacen pasar por el mismo pasillo en que se llevaron a la hermosa niña.
Me sentaron en el sillón especial para lavar el pelo, y me masajearon, algo en mi corazón pasaba que se agitaba cada vez mas, comencé a hacer una inspección visual por el lugar, a un costado del sillón, había una especie de biombo, se veía firme y sólido, pero entre las junturas con la muralla, había un espacio bendecido y luminoso, enfoque con mi ojo y puede ver toda la naturaleza de la depilación femenina, a través dela grieta, lentamente giraba la cabeza de vez en cuando, pero como así como un imán, no podía dejar de mirar, necesitaba mi excusa, y la encontré, así como moisés encuentra la zarza ardiente, en una repisa, muchas revistas esperaban ser tomadas, para ayudarme en mi cortada, PODER FISGONEAR SIN ESCRÚPULOS, tomé al azar y a mis manos llegó TELL MAGAZINE, bendita y hermosa TELL.
En tanta efervescencia, no me percate que la peluquera volvía a quitarme el secador, pero mi coartada era notable, ante cualquier cosa sospechosa que se viera, solo un... ¡leo la revista!... y bastaría.
La peluquera muy amable me pregunta – ¿cómo está, la revista?, yo salgo de mi transe y automáticamente respondo - ¡bien! ¡Super!, a lo que ella entre risas me dice - ¡haaa¡ ¿Entonces si la da vuelta, estaría ultra bien y le costaría menos leer?. Me pongo completamente rojo, veo mi absurdo reflejo en el espejo, lentamente doy vuelta la revista, la hojeo un poco, temerosamente la dejo en la repisa.
Cada vez que llega, una revista TELL MAGAZINE a mis manos, un torrente de endorfinas se libera en mi cerebro y una pequeña sonrisa en mis labios es la expresión física de lo agradable que viví. ¡Gracias TELL, por favor concedido!.
Epilogo
Mi pelo nunca volvió a ser lo que era antes.
La peluquería cambio su giro, ya que se lleno de hombres que pedían lavado de pelo, ahora es una fuente de soda.
El Dr. Valdenegro por sanidad tuvo que quemar todas las “COSAS” y así cambió las “CARAS” de sus pacientes.
Aún las mujeres se cambian de vereda, cuando camino.